Asistencia y mas
Asistencia y mas
Editorial La Prensa
Comida para hoy, hambre para mañana, solemos decir cuando en situaciones especiales que entre nosotros se van convirtiendo en habituales, se despliega con intenso frenesí una colectiva labor asistencial en solidaridad con quienes tienen aún más cuesta arriba la supervivencia.
La tradicional respuesta a la crisis hiere no solo la piel, sino el sentimiento profundo de los hondureños, ya que Gobierno tras Gobierno, con recursos financieros abundantes en el marco de la estrategia para la reducción de la pobreza, dilapidaron la multimillonaria cooperación y en el campo siguen esperando las nubes que no llegan.
El problema es mundial. Lo del cambio climático es mostrado como un discurso gastado que, pese a las evidencias, no logra concentrar la responsabilidad de todos los países industrializados, los grandes emisores de los gases efecto invernadero. Las expectativas del Protocolo de Kioto se han ido derritiendo como los hielos polares.
En viral se convirtió la fotografía de una osa polar desnutrida, víctima del calentamiento global, en busca de alimento, desaparecido con el aumento de la temperatura. A esos mares y zonas con hielos “eternos” ha viajado el presidente Barack Obama diz que para decir que lo de Alaska nos afecta a todos. “Es una señal de alarma”.
Pero suena mucho más fuerte la alarma en la pugna por acaparar el mercado internacional con producción competitiva para un consumo irracional que exige depredar la riqueza natural y dañar la atmósfera, la capa protectora del planeta,
de manera que se aplican soluciones o habrá que adaptarse al cambio climático, como en tantas otras épocas de la historia de la humanidad, en las que sobreviven los más fuertes con capacidad de adaptación.
Demasiado teórico, por ello a la necesaria labor asistencial del Gobierno y a la respuesta solidaria en adoptar una familia, es urgente cambiar el “chip”, elaborar planes y desarrollar proyectos porque el cambio climático en su fase de calentamiento global llegó y se ha quedado. Esperar con angustia la lluvia y olvidar el problema con las primeras tormentas será prolongar la agonía en el campo, como ocurre cada año en la capital con el agua potable.
Aunque en los hipócritas discursos y en la vana suscripción de documentos tienen la coletilla “antes de que sea demasiado tarde”, entre nosotros quizás no sea demasiado, pero sí muy tarde, por lo que todo lo que se haga y tiene que ser mucho, es “para ayer”. No hace falta pensar en los cascos polares ni en quienes habitan tan remotos sitios. Entre nosotros el calentamiento global ha hecho desaparecer de la mesa la escasa y casi única comida, granos. Asistencia sí, soluciones comunitarias a mediano y largo plazo también.
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