Los que mas tragan
Los que mas tragan
SI de consuelo sirve, no solo aquí hay víctimas de la sequía. “Unos dos millones de personas de Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua sufren escasez de alimentos y problemas de desnutrición como efecto de una sequía producto del cambio climático”. El pronóstico es de lluvia para el fin de semana. Así que no ha de motivar al amable lector leer sobre lo árido en medio de aguaceros. Pero el daño ya está hecho. Las cosechas de primera se perdieron dejando sin alimento a cientos de miles de compatriotas, que esperan el auxilio gubernamental y de los organismos de cooperación que apoyan con granos básicos cuando ocurren estas desgracias. Si el problema es colectivo para toda la región ello significa que los países vecinos van a querer llevarse los granos básicos que se cosechen en la postrera. Así que las autoridades deben ir planificando, dentro de los factores que sean controlables, ya que seguramente lo que se siembre ahora no va a alcanzar para satisfacer la demanda nacional y al mismo tiempo suplir las necesidades de los vecinos.
Lo más probable es que tengan que importar frijoles del exterior. (Mayor razón para que el ministro de los frijoles desde ahora vaya izando las velas de las carabelas; no dejar que sucede lo de la vez pasada que se extraviaron en alta mar). El país debe invertir recursos en la siembra, tanto refinanciando a los que perdieron sus milpas como generando recurso fresco, a intereses no usureros, a los agricultores que tengan posibilidad de sembrar. Si no hay cosecha suficiente subirá el precio del alimento al consumidor, lo que tendrá un impacto duro en los presupuestos familiares. Si hay cosa que puede descomponer más el clima de crispación que ya se vive es la falta de comida. Los expertos advierten que “el cambio climático está afectando a toda la región”, especialmente el denominado corredor seco en el litoral Pacífico, donde “no solo las especies están siendo impactadas, sino también las poblaciones y comunidades en esa zona”. “El cambio climático y el desarrollo económico sin control han exacerbado la sequía, mientras que en el Caribe los huracanes y tormentas tropicales se han vuelto más fuertes y tienen efectos más devastadores”. “Los efectos del cambio climático no son algo que solo está en libros, son algo que las comunidades en Centroamérica y el Caribe están sintiendo con mucho impacto”.
La ironía es que ninguno de estos países afectados es responsable del cambio climático, ya que la responsabilidad gravita en las naciones ricas, los de mayor desarrollo económico, los que más consumen, donde tragan, desperdician y despilfarran, como si los recursos fueran infinitos. Este es el tema sobre el que debe insistir la región en su conjunto ahora en septiembre cuando los jefes de Estado de todas las naciones concurren a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Es un problema grave, para la humanidad, donde los que mayor incidencia tienen en la destrucción de los ecosistemas y del cambio climático rehúsan asumir su responsabilidad. Hay una obligación de compensar por el daño a los países más acabados. Ya que Honduras paga un precio tan alto (en violencia, en muertes, en gastos para mantener su policía funcional con ese “tasón” que grava todas las transacciones bancarias) como guardaespaldas de otros –en eso del tráfico de las drogas y la lucha contra el crimen organizado– siquiera deberían compensar al país facilitando la construcción de la infraestructura tecnológica que se requiere en la agricultura. De manera que no tengamos que sufrir tan agudamente las inclemencias de la naturaleza o depender de las impertinencias de San Isidro Labrador. El país urge habilitar sistemas modernos que hagan el campo más productivo.
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