Hambre, corrupción y diálogo

Hambre, corrupción y diálogo

Ramón Custodio

Es diferente tener hambre cuando hay alimentos para cocinar lo que se quiere comer, que tener hambre y no tenerlos; o tener sed y poder tomar agua, que no tenerla; o que haya hambre y sed de justicia cuando esta es una serpiente que solo muerde al pie descalzo, porque los jueces no son independientes y reciben órdenes de sus jefes judiciales o políticos para torcerla.

Hay hambre en todo el corredor seco, menos en el municipio de Reitoca, Francisco Morazán, “que está preparada para abastecer de maíz, frijoles y sorgo a sus habitantes”.

Hay soberanía alimentaria cuando hay comida suficiente en cantidad y calidad, si el Estado tiene esa política pública.

Si todos tuviéramos tortillas, techo, trabajo y seguridad de la persona y su patrimonio, no tendríamos ese millón de hondureños viviendo como emigrados sociales y económicos en Estados Unidos de América, cuyas remesas son el principal sostén del Estado mientras sean Población en Edad de Trabajo (PET), sin que al Estado le preocupe cómo van a vivir cuando dejen de ser productivos. Tampoco serían asesinados por negarse a pagar el impuesto de guerra que cobran los pandilleros tatuados y los uniformados. Sería posible con menos publicidad, demagogia y corrupción pública y privada.

Los guerrilleros del “spray” de los ochenta pintaban paredes exigiendo “menos armas, más educación”, si los de ahora fueran consecuentes estarían gritando al menos “más comida y ocupación, menos corrupción”, “Queremos seguridad e integridad, más democracia sin inseguridad” y “Fin a la corrupción, sin reelección”; no dicen nada, no pintan ni gritan.

En medios escritos aparecieron estos mensajes pertinentes:

Caricatura de Bey Avendaño, el político obeso dice al raquítico hondureño: “Dame tu voto y te prometo todo… hasta lo que no voy a cumplir”. LT 10/11/12

Juan Orlando Hernández diciendo: “Cuarta urna para quedarse en el poder no la vamos a permitir”. LT 10/01/13

“En mi gobierno habrá trabajo de sobra: Hernández”, “los militares tienen que estar cuidando a su pueblo y oigan bien, yo, Juan Orlando Hernández, voy a hacer lo que tenga que hacer para erradicar la delincuencia y que este país vuelva a tener paz y tranquilidad”. EH 13/09/13

Él mismo, “Déjenme el tema de seguridad a mí”, “Quiero que lleven mi mensaje al resto del pueblo hondureño para que sepa que podemos cambiar Honduras”. EH 22/09/13

“Seguridad, generación de empleo, los pilares del gobierno de JOH”. LT 25/09/13.

El “trabajo de sobra” hace que los niños hondureños trabajen en ocupaciones propias de adultos, en las canteras, pepenando en basureros, en coheterías donde el 50% de ellos labora antes de los ocho años.

Si JOH no estuvo de acuerdo con la cuarta urna, ¿por qué busca la reelección por la obediencia indebida de los magistrados de la “Salita” de lo Constitucional? Si es abogado, ha sido diputado, presidente del Congreso Nacional y ahora Presidente de la República, que varias veces ha jurado respetar la Constitución de la República ¿Por qué insiste en buscar la reelección si el artículo 4 constitucional declara que “La alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República es obligatoria”? ¿Por qué insiste en mantener activa una Policía Militar de Orden Constitucional que el Congreso Nacional ya declaró inconstitucional? ¡Tiene cuatro mil policías militares bajo su orden directa!

En veinte meses su gobierno ha sido incapaz de reutilizar el agua residual, rica en urea y fósforo, disponible en 112 municipios, suficiente para un riego gota a gota impulsado por energía solar, que posibilita tres cosechas al año. Hoy nos habla de un riego de mil hectáreas, con agua recolectada en represas de tierra armada y geo-membrana con un financiamiento de cien millones de dólares (2,000 millones de lempiras), cuando no hay lluvia por la sequía. Seguro que cosecharemos el aumento de la deuda pública y más impuestos, porque no hay financiamiento gratis. Exigimos saber el origen del financiamiento y tener la garantía de que no se perderá ni un centavo.

En Guatemala se destituyó un presidente y se apresó una vicepresidenta por corrupción, por la institucionalidad e independencia de los poderes del Estado y la CICIG. Aquí los corruptos sistematizan su impunidad.