La otra cara oscura

La otra cara oscura
Editorial la Prensa
Con la débil conducta tributaria ha ido de la mano en todas las administraciones el gasto sin el control necesario que, como punto de partida, debiera desarrollarse en todos los poderes del Estado, sin excepción, y en los entes autónomos con un riguroso rendimiento de cuentas obligatorio en cada ejercicio presupuestario y no dejarlo para cuando san Juan baje el dedo por medio del Tribunal Superior de Cuentas.
Entre nosotros todo pasa y cómo se va a exigir un buen uso de los recursos a quienes tienen la sartén por el mango y con una simple señal pueden poner en el calle a quienes llegan a auditar o más diplomáticamente se les ofrece un cargo sumamente remunerado al que se le añade el calificativo de “confianza” u otros beneficios en personas recomendadas o con vínculos familiares.
Aunque se han publicitado los trastornos e inconvenientes para los pequeños centros de trabajo o negocios, la labor de identificación e inscripción de negocios en la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI) presenta resultados positivos al aumentar la base de contribuyentes en 12,400, lo cual en principio explica o justifica la campaña desplegada en un controvertido proceso, cuyo éxito habrá que calificarlo por los ingresos, pues la existencia de los pequeños negocios es tan efímera que subsistir ante la inseguridad, la escasez de financiamiento y capacitación es ya ganancia.
“En la zona norte ha habido bastante inscripción de contribuyentes, más que en Tegucigalpa porque mucha de la gente en la capital ya estaba formalizada y en San Pedro Sula hay muchos negocios que no estaban formalizados y han estado obligados a hacerlo”, explica Leda Tejeda, jefa del sistema de facturación de la DEI.
En esto de los tributos o impuestos, así como en sus difraces de tasas o contribuciones por mejoras, hay que seguir presionando en el segundo término del binomio, al recordar aquella publicidad oficial de madre e hijo, aunque en nuestro caso más de progenitora y prole, habrá que señalar a gemelos: ingreso y gasto. En el primero la DEI va apretando; en el segundo no hay quien enfrente con rigor, eficacia y oportunamente el nefasto, inhumano y cuasi delictivo principio de “lo que no cuesta se hace fiesta”.
En la DEI han logrado, por lo menos, el registro de nuevos contribuyentes. Falta conocer, al final del año, el monto de sus contribuciones no sea que el éxito de la cantidad sea al final cachinflín. Como lo es en el uso de los recursos del Estado la exigencia del rendimiento de cuentas del dinero de los ciudadanos recaudado en la DEI. La débil conducta tributaria tiene otra cara oscura, el robo o despilfarro de los recursos.

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