Zelaya Rosales, el intuitivo



Zelaya Rosales, el intuitivo

Por Juan Ramón Martínez

Sin duda, Zelaya Rosales, es el más intuitivo de los políticos, de los últimos tiempos. Es poco reflexivo sobre sus actos; pero usando un término de Pineda Ponce, se deja guiar por los “pálpitos”, seguro que, la suerte le acompañará. Y la convicción que, sorprenderá a sus adversarios. Por ello, es más predecible que cualquiera otro, porque además de reaccionar siempre a las mismas motivaciones, es poco reservado. Y dice, casi siempre, lo que piensa. Sin valorar las consecuencias. En lo positivo, Zelaya le ha dado a la política un carácter simpático que, aunque ha provocado sobresaltos, no ha dejado de producirle éxito personal y, cierta admiración. Al grado que Santaolaya, su exprofesor, en una entrevista en LA TRIBUNA, se sorprendió como un tarambana y mal alumno suyo en el “San Miguel”, hubiera logrado embobar al pueblo. Y conseguir, que lo hicieran presidente de la República. Aunque el querido sacerdote, no se enteró que el mismo Zelaya, dijo una vez que, había ganado haciendo trampas. Poco consistente, refirió la semana pasada, que el Tribunal de Elecciones, se tardó 23 días para reconocer su victoria. Olvidó que el resultado inmediato y personal que ofreciera Tito Mejía, presidente del Tribunal Electoral, y el respaldo –aceptado por Zelaya mismo– de la Embajada de USA y del jefe de la misión observadora de la OEA, un exembajador en Tegucigalpa, precipitó todo.

Gracias a las virtudes señaladas, Zelaya Rosales, en una entrevista a Jorge Zelaya de Canal Azteca, casi se aproxima a la verdad de los hechos que, provocaron su distanciamiento con las fuerzas políticas, sociales y religiosas del país. Y de consiguiente, la razón porqué fuera rechazada por parte de la sociedad, su iniciativa de la cuarta urna. En un momento de enorme lucidez y talento, Zelaya Rosales, al preguntarse, por qué ahora la sociedad no procede en contra de JOH, que hace según criterio –que en parte coinciden muchos– cosas peores, que las que él intentó, cuando lo único que buscaba era, consultar al pueblo, para que la estructura pública, se pusiera a su servicio, e hiciera su voluntad. Posiblemente sin quererlo, aceptó, –con esa espontaneidad verbal que le hace confesar, lo que otros políticos se reservan– Zelaya entrevió que la oposición a sus iniciativas, más que jurídicas o de anticontinuismo, fueron reacciones de miedo ciudadano, ante su entrega a Chávez Frías y al envolvimiento de Honduras, en una confrontación que nadie quería con los Estados Unidos. Por ello es que, como JOH, no se ha unido con los enemigos de Estados Unidos, sino que más bien se ha distanciado de Maduro en forma ostensible, el tema de la reelección, hasta ahora por lo menos, no es la fuerza central, motivadora, que movilice escandalizado, como en el 2009, al pueblo en contra de un gobernante que, posiblemente, como lo reconoce Zelaya, va más adelante en las propuestas suyas de aquellos años. Gracias a su verborrea, que hace que no guarde secretos, sabemos que el cuento de los grupos de poder amenazados en sus intereses, no era la verdad.

Sin embargo, no puede el expresidente, ser perfecto. También muestra las costuras fatigadas de sus valoraciones de los hechos del pasado y, también, por qué no decirlo, las débiles apreciaciones que hace, sobre el comportamiento del electorado. Tanto por falta de información histórica, como porque, tiene la dificultad de confundir lo que quiere, con lo que ocurre. Por ello, en su análisis, luce, emotivo y desmesurado, equivocado e impolítico, cuando compara el comportamiento de las Fuerzas Armadas en su contra y el que asumen ahora, obedientes de la ley, subordinadas a las instituciones civiles y poco preocupadas, no por su culpa, sino por la falta de presiones desde la sociedad civil, como ocurriera el 2009 en contra del mismo Zelaya Rosales. Llegando a conclusiones machistas equivocadas. Las grosería suyas, no se las merecen los soldados de Honduras. En el 2009, Zelaya como niño malcriado, se enemistó con todas las instituciones. JOH, teniendo o no razón en lo que hace, por el contrario, en lo formal, es respetuoso con ellas. Por lo que, fuera de algunas expresiones minoritarias, la sociedad está tranquila, dejando que sean los políticos, los que se entiendan, sin que la institución militar se implique, en tareas que no son suyas.

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