Ni iluminados, ni fuerzas externas



Ni iluminados, ni fuerzas externas

Por Julio Raudales

¡Ya solo falta un mes! Como cada cuatro años desde hace ya algunas décadas, los hondureños nos arremolinamos en torno a los decires y cantares de los candidatos a la Presidencia, con la incertidumbre que siempre genera la posibilidad del cambio.

Hasta hace poco eran dos, ahora son tres -los demás son rellenos, comparsa o excusa para gastar más presupuesto sin ningún propósito ¿o sí?- quienes buscan con ardor el beneplácito de la gente que, ingenuamente esperanzada quiere develar sus posibilidades de mejora sin comprender de una buena vez, que la respuesta está en su propio esfuerzo más que en un voto y que este tiene valor, sí y solo sí es capaz de generar espacios equitativos para el desarrollo individual.

Todos, me refiero a los tres, han presentado propuestas. Algunas con pilares, otras con ejes o rutas, donde se exponen los principales problemas del país, los que todos conocemos, y cómo solventarlos. ¿En cuatro años?, no lo dicen, y quizás este sea el elemento que falta en cualquier plan, pero no importa mucho ahora. ¡Lo importante es ganar!

Pero es bueno. Siempre es positivo que los aspirantes a gobernar tengan propuestas. Sobre todo si estas son capaces de responder a tres preguntas clave: ¿Dónde estamos?, ¿hacia dónde ir? y ¿qué hacer?, solo así, abundando en el compromiso de la “batalla de las ideas” es que podemos iniciar un paso firme para avanzar en el sendero del desarrollo.

Sobre la primera y más fácil interrogante, creo que más allá de describir un estado de situación que, con rigor o no, tardará poco en llevarnos a buscar culpables, debemos intentar comprender el origen de nuestros errores para tratar de aprender de ellos. Si, es cierto, hemos avanzado, pero lo hemos hecho más lento que los demás y eso nos hace ver siempre de último en las listas, sea de competitividad, desarrollo humano, equidad, corrupción, libertad económica, etc.

La segunda tiene más sentido: ¿hacia dónde ir? Los clásicos solían decir: no hay viento favorable para barco que no tiene rumbo. Si no se tiene claro adonde ir, no importa cómo le pegue el viento a sus velas, no le servirá para nada. Y está claro que los hondureños carecemos de esa cultura del “quo vadis”. Ya el Plan de Nación 2010-2022 establecía una ruta, pero la misma se desoyó y parece que no volverá a sonar para desgracia nuestra.
Pero la tercera pregunta ¿qué hacer? es la que verdaderamente debemos considerar como la piedra filosofal del desarrollo económico y social de nuestro país.

El modelo republicano desmiembra la democracia ¡y así debe de ser! El siglo XXI desterró del todo la infame máxima “L’Etat se moi” para enseñarnos que este estado, hecho pedazos es quien mejor evita el tránsito por la miseria. La peor democracia es mejor que la mejor dictadura sí, ¿pero qué hacer si este estado así particionado no logra acuerdos para enfilar hacia un rumbo definido?

La respuesta está en el desarrollo de una ciudadanía activa, una alternativa que permita que los individuos, asociados por intereses comunes, puedan vigilar el encuentro de las instituciones republicanas, en aras de su bienestar.

En ese tema también el Plan de Nación hizo un primer esfuerzo para que el país busque en el desarrollo ciudadano una alternativa viable para que el país y sus instituciones funcionen de manera distinta y mejor. La interacción a través de los consejos locales, municipales, regionales y nacional de desarrollo, buscaba justamente integrar a la ciudadanía en torno a sus intereses y con ello, adquirir el poder para monitorear a quienes ellos elijen.

Pero nadie hizo caso.

Pero ¿quién dijo que todo está perdido? Todavía podemos rescatar el modelo. Ojalá los candidatos sacudan el archivo y encuentren en los resquicios de sus archivos, esa vieja ley vigente y se decidan a poner en práctica sus postulados.

Los mejores momentos republicanos en cualquier país, se dan cuando la República ha estado en riesgo, y hoy lo está. Ojalá y los ciudadanos nos enteremos de una vez que nuestro país no requiere de iluminados ni mesías, sino de una ciudadanía organizada. Ya veremos como esto hará la diferencia.

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