Política Limpia

Política Limpia

Por Armando Cerrato

Todo parece indicar que la Ley de Política Limpia no pasará de ser otro “librito, tal como califican la Constitución de la República, Juan Orlando Hernández Alvarado, Presidente de la República y aspirante a seguir en el poder y su principal asesor y superministro Ebal Díaz.

Hasta el momento los tres comisionados de Libre, Partido Liberal y Partido Nacional, encargados de administrar la norma jurídica que regula el gasto y proveniencia de los fondos utilizados en los gastos propagandísticos de campaña, se han dedicado más a su organización interna, a la socialización de los términos de ley en una lucha contra el tiempo que hasta el momento ha desembocado en una campaña sosa y mentirosa donde lo que menos se ve y se palpa son propuestas de gobierno de quienes aspiran a administrar los bienes del Estado.

Pese a que todos los candidatos a la Presidencia de la República (nueve de diez entidades políticas en contienda), han presentado algunas propuestas de gobierno, ninguna de ellas se enmarca en la búsqueda real y positiva del bien común, sin sacrificar la soberanía nacional e integridad territorial por la falta de independencia económica para el desarrollo vital y objetiva de su política desarrollista.

Por ello los candidatos con alguna posibilidad de éxito han viajado por su cuenta a los Estados Unidos de América, dizque, para entrevistarse con personajes del gobierno de aquellos lares en busca de apoyo a sus campañas políticas.

Los contactos no han sido identificados, por lo que al pueblo hondureño, al que ya no se le puede untar atole con el dedo, se le antojan contactos ficticios y aspavientos de los políticos vernáculos nacionales queriéndose dar importancia ante el amo imperial que quiérase que no sigue siendo el aval para quien llegue a conseguir el favor popular en las urnas, sea como sea el proceso electoral, que según los opositores al gobierno actual que pretende reelegirse está amañado de tal forma que el fraude tendrá proporciones escandalosas.

A los estadounidenses no les interesa la pureza del proceso, pero sí el resultado del mismo y en este momento avalan tácitamente la reelección porque el mandatario actual no ha vacilado en su complacencia a todos los requerimientos imperiales, especialmente en el campo jurídico y de seguridad individual y colectiva, no solo nacional, sino que cuidando los intereses estadounidenses especialmente en lo que se refiere al narcotráfico internacional.

Es por ello que, el gobierno de los Estados Unidos de América considera a Honduras como su traspatio, a grado tal que su embajada está en poder de una encargada de negocios a falta de una embajadora o embajador que al gobierno de su país no parece interesarle nombrar mientras no se despeje el panorama electoral programado para el 26 de noviembre del corriente.

La elección es “sui generis” desde todo punto de vista, porque está basada en una serie de violaciones constitucionales y de todo el cuerpo jurídico nacional con el fin de favorecer al partido en el poder, el Nacional, que armó todo un tinglado para permanecer en el poder por tiempo indefinido, disfrazando su interés en una falsa búsqueda del bien común a través de la consecución del poder absoluto sin importar que el mismo le lleve a la corrupción absoluta.

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