Vacíos electorales
Vacíos electorales
Por Segisfredo Infante
Me siento anonadado por los acontecimientos políticos y antipolíticos del presente proceso electoral hondureño. Aun cuando me sentiría mucho peor en Venezuela, en donde un dictador izquierdista y neopopulista se ha encargado de hacerle la vida imposible al empobrecido pueblo venezolano, especialmente a los disidentes, aun cuando en el pasado reciente hayan sido hugochavistas. A veces me parece estar sumergido dentro de una película truculenta de Alfred Hitchcock o de Francis Ford Coppola. No niego que en los procesos electorales de los últimos cuarenta años he sido testigo directo de enormes dificultades y contrariedades derivadas de una clase política indecisa, opaca y a veces “vacía”, desde los tiempos de Roberto Suazo Córdova y de la famosa “Opción B”, en que se enfrentaron en las urnas José Simón Azcona (QEPD) y Rafael Leonardo Callejas. Digo en términos generales que nuestra clase política sufre de indecisión y vaciedad, porque entre otras cosas ha estado escasamente comprometida con los intereses de los más pobres y de la flagelada clase media nacional. Con las salvedades del caso, por supuesto.
En medio de las contrariedades apabullantes desencadenadas, en primera instancia, por las ambiciones extremas de por lo menos dos dirigentes políticos vacíos (léase impolíticos) y sus más inmediatos seguidores, que pretenden desligitimar, anticipadamente, el actual proceso electoral, creando caos, confusiones y aplastándonos a todos (seamos jóvenes o adultos mayores), es obligado detenerse a meditar. Hasta este momento he sido altamente respetuoso con la candidatura “liberal” de don Luis Zelaya, por condescendencia con una institución política con raíces históricas respetables, y por el hecho que el Partido Liberal de Honduras ha sido atacado a muerte por los grupos que simpatizan con el señor Manuel Zelaya Rosales, con quien don Luis Zelaya ha pactado un “Acuerdo” que apareció publicado en “La Tribuna” del miércoles 18 de octubre del corriente, desconociendo que el liberalismo y el izquierdismo marxista (o seudomarxista) son histórica y absolutamente incompatibles, como el agua y el petróleo. A don Luis Zelaya le podría ocurrir lo mismo que le pasó al ingenuo señor Aleksandr Kérenski durante la revolución rusa hace exactamente cien años. Y lo mismo le podría ocurrir al señor Salvador Nasralla, quien confesó en una reunión en la Cámara de Industria y Comercio de Tegucigalpa, hace unos cuatro años, que él es “anticomunista”. (Yo estaba en esa reunión). Por suerte dos días antes del susodicho “Acuerdo”, el señor Mauricio Villeda Bermúdez había declarado, en un rotativo capitalino, que era imposible una alianza electoral entre el Partido Liberal y el Partido “Libre”. Esperamos que doña Gabriela Núñez ayude a conciliar en medio de tanta incertidumbre. En tanto que, como decía Karl Marx (cuyo nombre les ha gustado citar a los de la “izquierda liberal”): “No se debe traficar con los principios”, sólo para quedan bien con aquellos individuos que desean ganar las elecciones anticipadamente, a todo trance, sin ninguna experiencia política. Las frases recientes de don Luis Zelaya me recuerdan una crítica de V.I. Lenin contra los mismos “izquierdistas” de su propio partido “Bolchevique”: Ustedes quieren, como el señor Zelaya, “que se haga justicia aunque se pierda el mundo”.
Estas vaciedades paradójicas me apartan de mis verdaderos intereses intelectuales, en los que predominan mis estudios filosóficos e históricos serenos de larga data. No quisiera sumergirme en repetidas reuniones, cocteles, charlas estériles ni mucho menos en la aburrida cotidianeidad intrascendente. Prefiero, en mi pobreza, continuar con la lectura de Parménides; Heráclito; Sócrates; Aristóteles; Filón de Alejandría; San Agustín; Maimónides; Santo Tomás; Cervantes; Shakespeare; Hegel; Gasset; Boris Pasternak; T.S. Eliot; Heidegger; Sartre; R. Darío; J.L. Borges, y publicar algo. Luego conversar con los viejos amigos de mi propia generación. O con algunos jóvenes intelectuales y escritores de distintas líneas, como Wilder Guerrero, Rossel Montes, Pável Henríquez, Kevin Guerrero, “Riguito” Erazo, Luis David Reyes, Delmis Emilia. Y otros menos jóvenes como Enrique Cardona Chapas, “Tavito” Sánchez, Brenda Patricia Cruz, Josué Danilo Molina, Pineda Corleone, “Azconita”, Rolando Kattan, Salvador Madrid, José Cortés, Martín R. Mejía, Marco A. Madrid, Ebal Díaz, Denise Vargas, Kalton Bruhl, Kris Vallejo, con un amplio etcétera que incluye a mis hijas e hijos, pegados a mi corazón. A los mencionados supongo que no les molestan para nada mis recurrencias filosóficas, históricas y poéticas.
Nunca he ocultado que soy nacionalista (con una cierta tendencia socialcristiana y socialdemócrata). Tampoco he ocultado que tengo varios amigos liberales y algunos amigos de la verdadera izquierda, como el respetado profesor Mario Membreño y otros ya fallecidos. Mis antepasados maternos (tíos abuelos) estuvieron en los orígenes del Partido Nacional de Honduras. Así que apoyo la candidatura presidencial de Juan Orlando Hernández y la diputación de Oswaldo Ramos Soto, para sólo esbozar algo. Pero igualmente sugiero la lectura reflexiva del pronunciamiento de la “Asociación de Medios de Comunicación de Honduras”, publicado el sábado 21 de octubre del año en curso.
Comentarios
Publicar un comentario