Democracia y demócratas



Democracia y demócratas

Por Juan Ramón Martínez

El sistema democrático, como lo sabemos, es imperfecto. Pero, es el mejor de los tantos que se han imaginado los seres humanos, para organizar dentro de un orden establecido, sus asuntos. Por lo que, lo lógico es, estudiarlo, aprenderlo y practicarlo, buscando su uso, para lograr el bienestar general, la felicidad colectiva y el fortalecimiento de la nación.

Muchos culpabilizan a la democracia, por la pobreza, la falta de participación, la escasa práctica del estado de derecho; e incluso, por el nulo compromiso de los partidos con la felicidad de los hondureños. Algunos, lo hacen por ignorancia. Otros por pura mala fe. Porque en honor a la verdad, la democracia lo que provee es un foro -a partir de verdades aceptadas- en donde, en forma civilizada, se discuten los asuntos, se votan las cuestiones en divergencia y se acepta la voluntad de la mayoría. Es decir que, la democracia es un instrumento que debemos usar bien. Por lo que, no le podemos pedir los mejores resultados, cuando los implicados, deliberadamente atentan contra sus principios. Lavándose las manos, después de hacer barbaridades. Y, en vez de asumir sus faltas, le atribuyen la culpa a la democracia. Cuando lo honesto es, aceptar que se ha hecho mal uso del instrumento democrático, por lo que es aceptable aceptar, de cara al comportamiento de los políticos y la operación del sistema público, que la democracia casi nunca ha existido entre nosotros. Es decir que se ha usado un instrumento democrático; pero los políticos, lo han desprestigiado de manera, que lo han desfigurado totalmente.

Estas reflexiones, se nos ocurre cuando observamos, en el curso de esta campaña, declaraciones descalificadoras de los demás candidatos; trampas y mentiras que ofenden al público y amenazas que, buscan atemorizar a la ciudadanía, para que no vaya a votar. O que, habiendo elecciones, sino ganan, buscarán la cabeza de un asno, para salir a la calle a destrozarle la cara al primero de los compatriotas que encuentren.

Es claro, y no dejan de tener razón, los que dudan de la calidad de nuestra democracia. Porque para que la democracia opere como tal, no solo hace falta lo sustantivo, sino que fundamentalmente, lo adjetivo. Es decir que para que sea tal, es necesario que los políticos, sean democráticos. Y aquí es donde está el problema. La mayoría de los políticos, adolecen de compromiso democrático; carecen de formación democrática. Y exhiben poco respeto por las reglas que obligan a todos, al comportamiento legítimo. Por ejemplo, los que afirman tener las mayorías, antes que se abran las urnas y se cuenten los votos, irrespetan la soberanía popular. Porque no son los candidatos los que eligen al pueblo; es el pueblo el que, determina quiénes son los que gozan de su respeto. Por ello, es una frase feliz, la que sostiene que la verdadera encuesta, es la que se produce el día de las elecciones. Porque allí es, donde el pueblo expresa su voluntad, en forma definitiva. Y los que ganan, deben celebrar con fiesta. Y los que pierden, no tienen otra alternativa, más que esperar otros cuatro años, para intentar de nuevo, conquistar el favor del electorado.

Pero hay otra barbaridad que anda siendo propalada en las redes sociales: “si no gano, me han hecho fraude”. Y ante ello, hacen creernos que solo aceptarán los resultados cuando les favorezcan. Esto es una barbaridad; una ofensa a la soberanía popular; un irrespeto al sistema electoral, y un flaco servicio al egoísmo más primitivo y cerril.

En la práctica democrática, se gana o se pierda. El que por tener un ego elevado, más allá de la normalidad, que por caprichos infantiles no superados, no acepta perder, no debe participar en la vida democrática. Porque la corrompe, la ensucia y además, ofende a la soberanía popular.

El pueblo puede equivocarse mil veces, si así lo quiere. Pero su voluntad popular, tiene que ser respetada. No hizo presidentes de la República a Jorge Bueso Arias, Miguel Andonie Fernández, Enrique Aguilar Paz y a Hernán Corrales Padilla que, creemos que han sido los mejores candidatos. Pero ellos, jamás levantaron la voz en contra del pueblo; ni desconocieron los resultados. Por una cosa sencilla que ahora se pasa por alto: porque eran, demócratas de verdad.

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