Campaña: Continuidad y novedades

Campaña: Continuidad y novedades

Por: Juan Ramón Martínez
No cabe duda que esta campaña electoral, ofrece cambios con respecto a las anteriores. Positivos o negativos; pero relevantes para los observadores y desde luego para los electores. Lo que inicialmente llama la atención es el interés de los tres líderes principales: Juan Orlando Hernández, Luis Zelaya y Nasralla, en presentar propuestas formales. El primero de ellos, en tanto que busca la reelección, solo ofrece continuidad. Zelaya hace un planteamiento de cinco puntos, en el que asegura cierta continuidad a lo hecho por el Partido Nacional y su propuesta de reactivar la economía. Nasralla, el más crítico, dentro de la óptima populista, ofrece infinitas promesas, que incluyen rebaja de impuestos, regalías para los pobres y disminución de los ingresos del sistema público. En ninguna de las propuestas, que hemos leído hasta ahora, no se habla de cómo llevarlas a la práctica.

Es notoria la pasión que pone Nasralla –consciente que los electores no votan por propuestas, sino que por sentimientos– ataca de frente y con desmesurado entusiasmo, al gobierno de JOH; al que acusa de dictatorial. Su discurso, en términos de diagnóstico es interesante y destinado a movilizar a los indignados por la situación grave que vive el país, los enfoques del gobierno, la corrupción y de manera algo descolorida, la política de extradiciones. Zelaya, candidato del Partido Liberal, aunque cada día más enérgico, no tiene por su personalidad, la fuerza que muchos esperan. No ataca al gobierno con la fuerza que el candidato de Libre y más bien, ofrece una madura postura en la que trata de conquistar a los electores, con claridad de propuestas, la objetividad de sus críticas y la racionalidad de las soluciones. En el caso del Partido Nacional, hay cosas adicionales que llaman la atención. Reconocen que el candidato nacionalista sobreexpuesto a la opinión pública, por una campaña publicitaria intensa. Temen que, ganar con su figura el Ejecutivo, pierdan, automáticamente, el Congreso Nacional, en donde anticipan con muy buen juicio, una segura alianza de Libre con el Partido Liberal, para arrebatarle la dirección del mismo. Para lo cual, debilitarán el protagonismo presidencial y reconstruyen, en forma lenta y segura, la institucionalidad destruida o mellada por el desmesurado caudillismo presidencial. Por ello, en la publicidad no aparece la foto de JOH; se privilegia la disciplina partidaria –que puede desmoronarse en cualquier momento–; se pide a los nacionalistas que voten en plancha. Y al no permitir las fotografías del candidato presidencial, el PN renuncia a captar el voto independiente, necesario para tener una ganancia electoral holgada, dentro de la precariedad numérica que anticipan los resultados electorales, con tres candidatos que se moverán activamente para aprovecharse de este voto que es, muy significativo. Adicionalmente, esta apuesta por todo y nada, hace que, si el Partido Nacional gana las elecciones no tendrá JOH, sucesor. Excepto “Papi a la orden”, cuya inexperiencia política corre pareja a su habilidad para la obra civil, en la que, buscando soluciones, ha creado caos en la ciudad.

También es notoria, en esta primera salida de los candidatos presidenciales, además de la ausencia de relato de la realidad y la descripción de la nueva Honduras que nos darán, en los próximos cuatro años, su falta de convicción democrática, su compromiso de fortalecer la institucionalidad, por medio del desarrollo de una mayor ciudadanía, participante en la dirección del gobierno nacional; la exaltación de la soberanía popular, y el respeto por la voluntad de los resultados electorales. Más bien, hay expresiones, discretas hasta ahora, de lo más tradicional: anticipación por los adversarios de Libre, especialmente que el gobierno actual, prepara un fraude. Y Libre ha insinuado que si no gana el 26 de noviembre, no aceptarán los resultados. Y en consecuencia, provocarán la inestabilidad, la intranquilidad y de repente obligarán al uso de la fuerza, la dinámica de la calle violenta y el rompimiento de la paz.

Esto es preocupante. Un colega, cree que los candidatos deben firmar un acuerdo en que se comprometen, a aceptar los resultados. Nos parece innecesario, porque es obligación de todos, aceptar la voluntad libre y democrática de las urnas. Pero si para asegurar la paz, hay que obligar a los candidatos a firmar un pacto, tendremos que obligarlos a suscribirlo, incluso sin contar con su voluntad.

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