Leales y obedientes ¿ Al tilin tilin


Leales y obedientes ¿ Al tilin tilin?
JOLGORIO
Por Boris Zelaya Rubí
“Los diputados deben tener la capacidad necesaria para detectar las carencias de la sociedad, para legislar en beneficio de la tranquilidad y paz de nuestros compatriotas; tienen que aprender a escuchar al pueblo”.
El conflicto que genera las decisiones que toman los diputados del Congreso Nacional, sobre todo cuando son de orden político, que favorecen al gobierno y le dan prestigio a la institución que los eligió, genera cismas en el Legislativo. Los congresistas reciben instrucciones a través de los jefes de bancadas, y estos a la vez de las dirigencias de sus partidos, y ¡ay de aquel que se atreva a desobedecer! le cortan los subsidios para sus comunidades y entran en la lista negra para su soñada continuidad. Leales y obedientes ¡nada más!
En las elecciones internas donde participan los dueños de las corrientes de cada partido, presentan las listas de los candidatos a diputados, habiendo siendo seleccionados a su antojo o a su conveniencia económica. Ha sucedido que en las famosas “contadas de votos” en los centros designados para el escrutinio, se pagan activistas para aumentar los votos a favor de una persona y disminuir los de otras, así que no triunfa el de mayor aceptación entre los correligionarios de su departamento.
Otros crean movimientos para negociar las credenciales de los representantes en las mesas electorales y vencer al rival que pone en peligro el triunfo de su favorito y futuro benefactor. De ahí se deriva la indignación del pueblo cuando protesta y manifiesta que los diputados no son representativos de la ciudadanía, poniendo en duda los comicios.
Tenemos diputados que llevan tantos años de estar en su curul, que cuando les preguntan cuál es su profesión u oficio, responden con arrogancia ¡diputado! su principal virtud ha sido la lealtad a quien los promociona, cerrando cada vez más los espacios a las nuevas generaciones y llevando al país a situaciones de violencia y golpes de estado que personalmente creemos, deben quedar en el pasado. Casi todos los veteranos o abuelos de la patria, son el resultado de elecciones poco transparentes a favor del triunfador o componendas en el recuento general. Quien puede algún día cumplir su amenaza de “contar lo que sabe” es el exmagistrado del Tribunal Supremo Electoral, “Kikito Ortez”, se aclararían muchas dudas y con sus experiencias se reformaría la Ley Electoral.
El Congreso de la República se apresta a seleccionar los abogados que integrarán la Corte Suprema de Justicia, entre los candidatos independientes y los que propongan las siete organizaciones que conforman la Junta Nominadora para que acrediten a sus representantes que seleccionarán a los candidatos. Todos los partidos están pensando como siempre, que el oficialismo se quedará con la mayoría y los demás exigen participación o como dicen, una parte del pastel.
El asunto toral (frase favorita del perfumado), es que les importa un comino combatir el flagelo de la impunidad que nos tiene frustrados, porque la ley se ha aplicado bajo el manto de las influencias políticas, como bien dice nuestro amigo abogado Mauricio Velasco: “…se ha mantenido secuestrada la administración de justicia, en beneficio de políticos y de individuos involucrados en hechos criminales y de corrupción”. “…Si el puñal es de oro, enmudece el juez… y besa el puñal”.
En la selección de los magistrados, los diputados votarán con la línea que les tiren sus partidos y congresistas que no soñaron llegar y nunca más volverán, posiblemente se dejarán llevar por el “tilín, tilín”, palabras que hizo famosas al acto de recibir dinero (coimas) el profesor Rafael Pineda Ponce (Q.D.D.G.).
Algunos padres de la patria se han olvidado de legislar dedicándose a descalificar cualquier iniciativa de ley, oponiéndose a todo con gritos y ocupando la sala del Congreso de la República como una ventana al mundo, exhibiéndose como bochincheros incultos, logrando que en el exterior crean, que hace poco dejamos de usar taparrabos. Por ahora nos han hecho reflexionar sobre los requisitos para optar a una diputación que tanto criticamos en el pasado, definitivamente que sí basta con saber leer y escribir, porque han resultado más sabios y prudentes los representantes del pueblo con educación media que algunos profesionales universitarios, cuyas actitudes demuestran que no es con la palabra sino con resoplidos en los silbatos que se manifiesta la inconformidad. Los congresistas no deben legislar por interés de grupo o de partido político, tampoco tienen que hacerlo por protagonismo.
De rodillas solo para orar a Dios.

Comentarios

Entradas populares