Agua, quemas y municipalidades

AGUA, QUEMAS Y MUNICIPALIDADES

LA misma historia de todos los años agravada por los embates del cambio climático. Y los mismos cuentos de funcionarios abúlicos con proyectos ilusorios de abastecimiento de agua –castillos en el aire– que nunca se concretan. Inconcebible que no haya solución de dotar de agua a una ciudad seca donde menos de la mitad de sus habitantes cuenta con el servicio público que la estatal provee ineficientemente en forma intermitente. La otra mitad depende de los carros cisternas, de los chorritos de agua que deposita en toneles, en baldes, en cubetas, que no alcanza ni para las necesidades esenciales. Hoy vienen con groseros racionamientos de agua en la capital. Aunque también en época lluviosa el agua –en las colonias que cuentan con el servicio– la echaban apenas por unas horas ciertos días de la semana.
Con la sequía vienen los incendios forestales. Este año comienza peor que el anterior. Hasta la fecha, los incendios se han incrementado en un 50 por ciento, respecto al mismo mes de hace un año. El año pasado se reportaron 15 incendios forestales, 59 incendios en viviendas y edificios, 216 en zacateras. En lo que va de este año se contabilizan, hasta el momento, 47 siniestros forestales, 98 en residencias y empresas, 476 en zacateras. Para eso sirve un tal Instituto de Conservación Forestal. Para dar las estadísticas. Para llevar el recuento de las quemas a nivel nacional, como pavorosos datos divulgados sobre cosas inevitables. De todos los países de la región, incluyendo a México, Honduras supera en un 50% el daño que sufre por las quemas. La FAO atribuye lo anterior a la carencia “de un programa integrado de protección de las áreas boscosas”. Estas serían algunas de las razones apuntadas: “la falta de ordenamiento territorial del país, deficiente coordinación interinstitucional, carencia de los medios logísticos e infraestructura adecuada, de educación forestal de la población, de incentivos a la protección del bosque, y la inveterada costumbre de la población de prácticas tradicionales agropecuarias”.
Como la atención de las autoridades en la custodia de esta valiosa riqueza patrimonial ocurre a la zumba marumba, el lamento de todos los años es reiterativo: Malas noticias como esta se repiten todos los días: “Un gigantesco incendio consumió decenas de pinos en la cuenca del Uyuca, al oriente de Tegucigalpa”. “Además de pinos, el incendio ha arrasado con la diversidad de la flora y fauna de la cuenca especialmente, pájaros, conejos, ardillas, entre otras especies. Los pobladores se quejan de la falta de prevención por parte de las autoridades respectivas, pues todos los años ocurre ese tipo de acciones y siempre los toma desprevenidos”. En este adelgazamiento burocrático que hace el gobierno bien podrían cerrar esas instituciones dizque cuidan de los bosques y parte sin novedad. Es hora de apostar a la descentralización. Devolver el patrimonio natural a las municipalidades. Nadie cuida lo ajeno pero se esmera por proteger lo propio.

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