Agachones

AGACHONES

29 diciembre, 2014 Sección Editorial La Tribuna


LA Alcaldía Municipal, durante estas fiestas navideñas y hasta el 6 de enero, autorizó a los ambulantes instalar sus puestos de ventas en las calles y avenidas de Comayagüela. La medida disgustó a los propietarios de tiendas que se quejaron por malas ventas en sus establecimientos, debido a la invasión de los buhoneros frente a sus establecimientos. Pero así es el comercio, una competencia dura entre la economía formal y la informal. Muchos compatriotas, que resisten el dinero fácil de la delincuencia, no tienen otra opción que dedicarse a la achinería para ganarse la vida. Sin mayores recursos o medios con que financiar su negocio, dependen de los agiotistas, pagando intereses usureros por los préstamos que consiguen. Esta temporada navideña es para ellos la salvación. Sin embargo, los propietarios de establecimientos permanentes, también esperaban con ansiedad estas festividades de mayor circulante entre los consumidores, para reponer un poco la pésima situación económica experimentada durante todo el año.
“Al grito de remate de ropa y zapatos, con megáfonos en mano, la gente se aglomeraba alrededor de las ofertas buscando sus estrenos”. Los agachones fueron los que más rentabilidad contabilizaron. La tardanza en la entrega de aguinaldos, tanto en el sector público como privado, redujo el circulante, sin embargo, muchos comerciantes esperan que haya un repunte en las ventas de Año Nuevo.Entre el bullicio de la gente en busca de algún producto y la música pegajosa de la temporada en los parlantes de la radio de la Feria del Agricultor y el Artesano, en Tegucigalpa, los comerciantes resintieron un bajón del fin de semana en relación a las buenas ventas que tuvieron en las vísperas de la Pascua y el propio 24. Los negocios en los “moles” también lucieron abarrotados. Sin embargo no es seguro que estos pocos días de mayor actividad haya sido suficiente para recuperarse de la contracción económica que ha sufrido el país. Esta es la época que los negocios, grandes, medianos y pequeños, esperan para compensar la sequía económica de todo el año.
Las groseras medidas del tata Fondo y de sus quisquillosas tías las zanatas, –que como regalo navideño del año pasado dejó la aborrecible Comisión de Transición– vinieron a golpear aún más la postrada economía. Cuando más se requería de medidas de estímulo para reactivar los mercados deprimidos, de incentivos para estimular la inversión y crear fuentes de trabajo para ese enorme batallón de desocupados, encaramaron un cóctel de cargas tributarias, incluido una revisión al “tasón” que grava todas las transacciones bancarias, con efectos demoledores. El alza en los costos a la iniciativa privada la ha colocado fuera de competencia. La depreciación de la moneda también ha tenido su impacto en la economía familiar, desde que las aves agoreras le pusieron tobogán al “indito” para que se entretuviese deslizándose.
La excepción es la política de motivación impulsada desde la Casa de Gobierno para levantar el ánimo nacional acompañado de varios proyectos públicos orientados a despertar la adormecida economía. La esperanza es que las medidas emprendidas, y varios de los proyectos gubernamentales, comiencen a materializarse y produzcan los resultados esperados. Los augurios son más prometedores para el año venidero. Por el solo efecto de los factores exógenos. El debacle de los precios de crudo que continúan en caída libre es una bendición. Con solo que los beneficios pudiesen trasladarse en reducción de las tarifas de la electricidad y en la reducción de precio de los pasajes del transporte. La reactivación económica en los Estados Unidos va influenciar positivamente la nuestra, más con los buenos precios del café en el mercado internacional. Veamos hacia delante, entonces, con la fe puesta que Dios a nadie desampara. Pero por lo que más quieran. El país no se levanta con tanto ocio y puentes para la holgazanería. Hay que agacharse a trabajar.

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