Nadie sabe donde estan las piezas
Nadie sabe dónde
están las piezas
17 de Noviembre de 2014 10:55 PM noticia diario El Heraldo
En 2007, el Ministerio Público acusó
judicialmente al exgerente Rafael Merlo, luego de que la Policía capturara a
personas robando rieles. Desde ese entonces no se ha vuelto a emprender una
acción.
San Pedro Sula, Honduras
A pesar del impresionante saqueo que ha
sufrido el Ferrocarril Nacional en los últimos años, ninguna autoridad se ha
interesado en investigar los hechos.
El latrocinio contra la empresa
ferroviaria durante años fue como una actividad cotidiana en la que estarían
involucrados los administradores del mismo ferrocarril.
A pesar de la depredación de este
transporte nacional, autoridades de la Fiscalía en Puerto Cortés expresaron que
ellos no conocen ninguna denuncia y que en esa dependencia solo se atienden
delitos comunes y no de corrupción.
Por su parte, Elvis Guzmán, portavoz
del Ministerio Público en esta ciudad, sostuvo que esa oficina no ha recibido
ninguna denuncia contra el descarado robo de material ferroviario.
El único caso que el Ministerio Público
conoce es contra el exgerente Rafael Merlo Cárcamo, a quien la Fiscalía contra
la Corrupción en noviembre del 2007 le incoó un proceso judicial por robo de
rieles en un tramo de la línea férrea de Puerto Cortés.
Actualmente, Merlo Cárcamo anda prófugo
de la justicia, explicó Guzmán.
En casi dos décadas de pillaje del
Ferrocarril Nacional, el único caso que el Ministerio Público conoce es el
incoado contra Merlo Cárcamo.
A pesar de tanto latrocinio, esta
Fiscalía no ha realizado ninguna investigación de oficio ya que se trata de
bienes nacionales robados.
Impotencia
“Del ferrocarril no ha quedado nada. Si
camina para Choloma verá cómo se han robado los rieles. Si camina también para
las Guarumas, todos los rieles se los robaron. Las plataformas las despedazaron
y las llevaron en unos tráileres para Guatemala, esto hace menos de cinco años.
Aquí uno solo mira y no puede hacer nada”, dijo Miguel Ángel Luna, un sexagenario
que trabajó como maquinista cuando el ferrocarril estaba bajo la administración
de la Tela Railroad Company.
Después del huracán Mitch, el
ferrocarril pasó al gobierno y este empezó a halar el producto de la Tela para
el muelle de Puerto Cortés, en ese tiempo varios políticos entraron como
transportistas de cabezales a jalar los contenedores, decían que el banano se
golpeaba menos que con el ferrocarril. Con sus influencias pararon el
ferrocarril y ellos fortalecieron su negocio.
Entró mucha gente al gobierno a manejar
el ferrocarril y poco a poco lo destruyeron, “incluso vendieron los rieles. Esa
plaza a la par de la oficina del ferrocarril estaba llena de rieles y todos los
desaparecieron. Entró como gerente uno que fue presidente de la Fesitranh y no
sabía ni zocar la tuerca del troco de un vagón; luego entró como gerente un
protector de fruta en el Campo Tacamiche y solo llegaron a robarse los rieles
del ferrocarril y así lo fueron acabando”.
Todo esto se lo robaron hermano, lo
desaparecieron, todo este material que estaba en Puerto Cortés se lo llevó esa
gente, pregunte a dónde están. Nadie sabe a dónde están”.
“Aquí está mi 502 ¡carajo!”, dijo con
tristeza al ver la fotografía de la locomotora que estaba en el taller de
Puerto Cortés.
“Todo esto yo lo reconozco muy bien. Yo
quisiera que levantaran el ferrocarril, que el gobierno se esmerara por
conseguir una empresa que lo impulse para que haya más empleo, más trabajo.
Juan Orlando (Hernández) habla de trabajo y aquí no tenemos cómo comer”, se
quejó Luna.
Complicidad
La destrucción del Ferrocarril
Nacional, además del boicot que le montaron los políticos que se volvieron
transportistas de cabezales, también contó con la puerta que les abrió el
Congreso Nacional para que el material ferroviario se vendiera como chatarra.
“¿Quién decidía qué era chatarra o
no?”, cuestionó Luna.
El 21 de diciembre de 1995, el Congreso
Nacional aprobó mediante decreto 200-95 la autorización para que vendieran los
“rieles provenientes de los espolones y desvío entre Puerto Cortés y Potrerillos,
entre La Ceiba y Olanchito y ramales y espolones de Sonaguera, Sabá y
Olanchito”.
El 31 de octubre del 2000, el Poder
Legislativo mediante decreto 160-2000 reforma el decreto 200-95 y autoriza al
Ferrocarril Nacional de Honduras enajenar “mediante subasta pública y
utilizando los procedimientos administrativos que manda la ley, toda chatarra
en desuso que se encuentre almacenada en los predios del plantel de mecánica en
la ciudad de Tela, departamento de Atlántida”, comenzaba así la venta del
ferrocarril que administró la Standard entre La Ceiba y Tela.
Otro argumento que los administradores
del ferrocarril utilizaron para asaltar a esta empresa fue el artículo 31
inciso “i” de la Ley del Ferrocarril de 1958 que establece que son deberes y
atribuciones de la Junta Directiva: “aprobar ventas, celebrar empréstitos,
gravar el patrimonio del Ferrocarril Nacional de Honduras, hasta por la suma de
quinientos mil lempiras (L 500,000.00) por acuerdo de sus miembros, por lo
menos, debiendo ser uno de los presentes el ministro de Obras Públicas y
Comunicaciones o su delegado; si la operación excede de esa suma, deberá
solicitarse la autorización correspondiente al Congreso Nacional”.
De acuerdo con Ricardo Martínez, un
extrabajador ferroviario, en el gobierno de Rafael Leonardo Callejas
(1990-1994) el ferrocarril todavía pujaba, sin embargo, en el gobierno de
Carlos Flores (1998-2002) ya estaba semiterminado, después del huracán Mitch en
1998 no volvieron a reparar lo que se dañó, también las industrias ya no le daban
fletes al ferrocarril, preferían transportar su producto a través de cabezales.
“Luego algunos gerentes vendieron como
chatarra todo el equipo, las rejillas, las plataformas, las locomotoras, todo.
Aquí saquearon al ferrocarril algunos gerentes”.
“Que hicieron piñata con el ferrocarril
es cierto”. Recuerdo que se llamaba al gerente del ferrocarril y se le
informaba que en el kilómetro 5 de Puerto Cortés se estaban robando los rieles
y nunca mandó a nadie”, agregó.
Según Martínez, quienes digan que van a
rescatar al ferrocarril están mintiendo, comenzando porque ya no hay rieles,
pues se los robaron.
Otros que contribuyeron con el
descalabro de esta empresa fueron los sindicatos, quienes exigían continuamente
nuevos contratos colectivos y hasta se coludieron con el patrón, añadió
Martínez.
Mientras tanto, Salvador Sánchez, de 76
años, quien lleva laborando 46 años con el ferrocarril, sostuvo que esta
empresa ya casi desapareció por el descuido de las administraciones y que
actualmente sobrevive de lo que le generan las propiedades y del presupuesto
que le da el Estado.
Sobre el saqueo, EL HERALDO trató de
conocer la versión de Julio Fuentes, quien fue el penúltimo gerente que tuvo el
Ferrocarril Nacional y ahora es el jefe del departamento de compras de la alcaldía
sampedrana, pero su secretaria dijo que estaba en una reunión y no sabía la
hora en que iba a regresar.
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