Corrupciòn arriba y corrupciòn abajo



      Corrupciòn arriba y corrupciòn abajo
09:54PM Por: Pablo Carías







Me aterroriza saber que hay barrios y colonias en la capital de la república donde muchos de sus habitantes resuelven el pago de la energía eléctrica trastocando el contador para que no marque lo que consume en energía y que haya personas que justifican tal conducta porque “de todas maneras los de arriba roban”.
En 2009, en el mal llamado gobierno de la sucesión presidencial de Roberto Micheletti, se emitió una resolución por medio de la cual se clausuraba el año lectivo con un mes de anticipación y a los que se graduaron del nivel medio se les dispensó el examen general y del Himno, con todo y que en muchas instituciones educativas desde el golpe de Estado en junio de aquel año prácticamente habían suspendido las actividades académicas. Nadie protestó y es probable que alumnos y maestros hayan disfrutado aquella dispensa tan generosa que no era más que un vulgar acto de corrupción en detrimento de la docencia.
Todavía aparecen acuerdos entre los movimientos de protesta y las instituciones del Estado, firmando actas de compromiso, luego de acciones de huelga donde las partes “se comprometen a no tomar represalias” por los paros de labores, no importa que estos paros hayan hecho daño a terceros en atención de servicios públicos, es la salida elegante que defienden los representantes de los derechos humanos ante la debilidad de los luchadores; como si el fin justificara los medios, cuestión que ninguna teoría científica defiende. Esto es parte del reino de la impunidad.
Quien lucha debe de buscar la forma creadora de presionar y asumir los costos, pero no derivar el sacrificio a los que nada tienen que ver con la protesta. Esto también es corrupción, misma que es consentida por los de arriba y los de abajo; todo para mantener un pacto social ya fracasado.
Cómo entender que a un joven recién graduado le entreguen la dirección de una institución estatal sin fines de lucro y que desde la misma promueva un aumento salarial, sin ruborizarse, de más de 40% de su salario y que confiese que lo hace para “comprar una casa” y que el gobierno no reaccione. Esto demuestra que la corrupción ha tocado fondo y que llegó para quedarse.
La corrupción, una vez instalada, se convierte en un tema viral que atraviesa todos los estamentos de la sociedad, aparte de los recursos que se echan a perder para ir a bolsas de particulares, está el daño que hace al penetrar todo el tejido social y cultural. Nadie escapa; los partidos políticos, las iglesias, sindicatos, ligas campesinas, patronatos, colegios profesionales, organizaciones no gubernamentales. Casi todos viven de negociaciones y de cuotas que más parecen “impuestos de guerra”.
La corrupción es uno de los problemas mayores que tiene la sociedad en la actualidad, agravado por la aplicación de un modelo económico que favorece la exclusión social extrema. Un modelo donde las leyes del mercado dominan no puede sino generar el principio de “sálvese el que pueda”.
Vivimos una sociedad de impunidad, en donde la diferencia, como ha dicho un político mexicano, es que “abajo hay mordidas y arriba tarascadas”.

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