Los empresarios y el gobierno

Los empresarios y el gobierno
editorial diario La Tribuna

Los empresarios se han mostrado bastante colaboradores con el gobierno, apoyando muchas de las iniciativas en esta como en la pasada administración, quizás esperanzados con ver la luz al otro lado del túnel, frente a la deplorable situación económica que han venido sorteando. Los dirigentes empresariales apoyaron el acuerdo suscrito entre el gobierno y el FMI también esperanzados que con el certificado de buena conducta, el país recibiría el influjo de recursos externos que la economía ocupa para subsistir desde que la entubaron. Si bien han renegado por el rosario de cargas impositivas –tanto los impuestos nacionales como los municipales– que eleva sus costos al grado de sacarlos de competencia, prefieren mantener buenas relaciones con el poder, creyendo que dialogando logran influenciar algunas de esas políticas. Aunque no ha habido impuesto que hayan podido evitar. Soportan el “tasón” –un impuesto que solo en este país existe para hacer frente a la violencia y a la inseguridad porque la cooperación internacional contribuye a cuenta gotas– que grava todas las transacciones bancarias. Incluso tuvo que tolerar sin parpadear, este último porrazo confiscatorio e inconstitucional que groseramente grava las ventas cuando es la ganancia lo que tiene que gravarse.
De mala gana tuvieron que condescender con el paquete impositivo que dejó la atorrante Comisión de Transición, dizque para arreglarse con el FMI. Saben que esas medidas van orientadas a socar más al que ya está estrangulado –teniendo que pedir prestado a intereses caros para financiarse y no tener que cerrar– ya que al FMI lo que le importa es arreglar los ingresos fiscales no recuperar el aparato económico. Si hay índices macroeconómicos positivos es debido a factores exógenos –la debacle de los precios del crudo, los mejores precios del café y de otras exportaciones en el mercado internacional, y el aumento de las remesas familiares debido a las medidas de inmigración tomadas por la Casa Blanca– porque no ha habido medidas internas que incentiven la creación de fuentes de empleo. Saben que la mayor parte de los comercios llevan varios años de estar mal y siguen mal. El decimocuarto mes de salario sirvió para pagar jaranas no para motivar las compras. No desconocen que si la economía se ha mantenido a flote ha sido por los préstamos que ya endeudaron al país a niveles más altos de los que tenía cuando le condonaron la deuda. Y que la deuda interna ha crecido exponencialmente por las mismas razones. Celebran como conquista que puedan refinanciar esa horrorosa deuda a intereses menos agiotistas que los que han venido pagando.
Así las cosas pese a esas buenas relaciones que intentan mantener con el sector gubernamental –sin desconocer los esfuerzos que hace la Casa de Gobierno por traer inversión extranjera y elevar el ánimo nacional– la presidenta del COHEP tuvo que expulsar algunas cosas que ya días vienen ventilando –como secreto a voces que por temor mejor se las tragan– sus agremiados: “La gran mayoría de la gente que está en la calle protestando es porque no tiene empleo. No hay que crear más leyes, ni más medidas que empobrezcan a las empresas y que pongan más gente en la calle”. “El sector privado no va a permitir un tan solo peso más de cargas para la empresa privada, ni para los hondureños”. “Ya es suficiente”. El mandatario anda en el exterior promoviendo inversiones “pero cuando los inversionistas conozcan todos los códigos tributarios que hay y todos los problemas que hay, ahí va a quedar toda la promoción del país”. Es hora que el sector empresarial busque la plática ofrecida por el mandatario en su Twitter: “Reitero mi compromiso de construir un sistema tributario transparente, simplificado, solidario y competitivo. Pronto lograremos acuerdos”.

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