Ferrocarril nacional de Honduras: muerto andante
Ferrocarril
nacional de Honduras: muerto andante
El
ferrocarril nacional de Honduras, se puede decir que es un muerto andante, pues
su equipo operativo se reduce a dos máquinas y dos vagones de transporte de
pasajeros, con un recorrido de unos ocho kilómetros de trayecto a recorrer, con
un bajo promedio de pasajeros que difícilmente cubra los gastos operativos
tanto de personal como de combustible, mucho menos de mantenimiento.
El
ferrocarril llegó a este extremo de mantenerse como zombi, gracias a las malas
administraciones y a los intereses de políticos metidos en el transporte
terrestre, que conspiraron para que este formidable medio de transporte
languideciera hasta llevarlo a su destrucción, que funciona nada más que por
una nostalgia del estado, por el son de decir que aun contamos con ferrocarril
nacional y que como un ave fénix se levantará de sus cenizas para volver a ser
lo que antaño fue: un medio de transporte tanto de carga como de pasajeros con
un costo accesible para la población.
Quienes han
recorrido los andenes del ferrocarril nacional, hemos visto como las líneas férreas
han desaparecido en su mayoría como por
arte de magia, tanto los rieles como los durmientes se volatizaron, sin que
exista ningún responsable del saqueo de los bienes de esta empresa, pues
sencillamente se perdieron y nadie es responsable de ello, el derecho de vía ha
sido invadido por personas necesitadas de un pedazo de tierra, para edificar
viviendas, los puentes de hierro que
cruzaba el ferrocarril nacional se están perdiendo por acción del óxido que está
corroyendo estas estructuras que se encuentran en total abandono, como testigos
mudos de una empresa que aún se niega a ser enterrada, pero que poco a poco se
va quedando en las latas, pues la administración está
vendiendo los terrenos que aún tienen o están siendo transferidos a
otras instituciones, de tal manera, que solo le queda la chatarra de vagones y
maquinas que aún están bajo custodia de la empresa, esperando un milagro como
el de la princesa, a que llegue el príncipe azul y le dé un beso que lo
devuelva a la vida.
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