La deuda y la devaluación

LA DEUDA Y LA DEVALUACIÓN







22 septiembre, 2014 Sección Editorial diario La Tribuna
LA delegación de las aves agoreras que vino a hurgar, hasta las partes íntimas de las finanzas nacionales, se despidió sin firmar acuerdo. Únicamente emitiendo el acostumbrado comunicado gallo gallina agradeciendo la hospitalidad de los ministros y de los dirigentes empresariales con los que conversaron. Como hablan por señas para que nadie les entienda, hay que deducir las conclusiones. Se intuye que el desajuste de la estatal eléctrica es uno de los cuellos de botella. Fue obvio, porque por una puerta salía el tata Fondo con las tías “zanatas” mientras por la otra se despedía el gerente de la ENEE. Ojalá no se les vaya ocurrir trepar las tarifas de la electricidad. Los consumidores ya no aguantan y los costos elevados al empresario lo tienen fuera de competencia. Lo otro rescatable de la nota es que quieren un cambio en la composición del gasto. Habría que escudriñar más a fondo para enterarse de la naturaleza del cambio que sugieren. El presupuesto general que acaba de remitir Finanzas al Congreso podría dar una pista.
Se fueron, otra vez, sin responder las interrogantes del pobre pueblo pobre. ¿Por qué allá en Washington Obama enfrentó la recesión económica reduciendo los impuestos, con dos multitudinarios programas de gasto para instigar el estímulo económico, y con intereses bancarios casi de regalado para facilitar la inversión y el mayor consumo, mientras aquí quieren se haga lo contrario. O sea que a la postrada economía le encaramen excesivas cargas para que el agónico no se levante. O más estrangulamiento para que no se le ocurra inhalar y exhalar –sin la máquina y los tubos de respiración artificial que le han colocado– por cuenta propia. La realidad es que el acuerdo con el FMI podría obviarse, de no ser porque el país ocupa el certificado de buena conducta que exigen los organismos internacionales de crédito para desembolsar el billete de los empréstitos comprometidos.
Y pensar que el país obtuvo, en su momento, perdón de la deuda, con lo que pudo borrar su pesada carga impagable. Si solo esos recursos se hubiesen invertido para lo que estaban orientados: En la inversión social y reducción de la pobreza. Sin embargo no los destinaron a lo esencial, porque los dineros fueron desviados para atender otros menesteres. Sirvieron para crear un espejismo en el gobierno beneficiado por la huaca. Que gracias a su ingenio había mejorado la economía y que tenía dinero de sobra para gastar a discreción. Cuando lo real era que la comunidad internacional dispensaba al país de pagar los compromisos de la deuda. Ello es de la tercera parte de los ingresos fiscales que antes se destinaban al pago de las jaranas. Hoy “la deuda externa total de Honduras se ubica en 6,743.2 millones de dólares, mayor en 39 millones al reportado en diciembre de 2013, resultado de ingresos por desembolsos por 927.2 millones y egresos por: pago de principal y una variación cambiaria que ascendieron a 871.8 millones y 16.4 millones, respectivamente”. Solo un comentario adicional. Entre más sea la devaluación del lempira más es lo que le cuesta al país todo lo que importa –incluyendo gasolinas y granos que vienen de afuera– y lo que tienen que desembolsar por pago de deuda, ya que esta no es en lempiras sino que en dólares.




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