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SOLO eso le faltaba al amable público consumidor. Que para complacer al FMI –aparte del tremendo paquete impositivo que acabó de estancar la economía– quieran incrementar las tarifas de la energía eléctrica. A tiempo se le advirtió a la aborrecible Comisión de Transición que ese rosario de cargas no garantizaba acuerdo con el FMI. Que semejante suplicio tendría un impacto demoledor en el postrado aparato productivo. Y que, cuando se sentaran a negociar con el FMI, las aves agoreras exigirían aún más sacrificios. ¿Cómo explicar al pobre pueblo pobre que se aliste para este otro leñazo que le aguarda? Si apenas acaba de atravesar el cruel impacto de la sequía. Comenzó el año observando impávido la quema de los bosques. Mientras el inútil instituto que los protege no es más que el vivo ejemplo de la parsimonia burocrática. Existe para dar estadísticas. De la escandalosa cuenta de las cientos de miles de hectáreas de árboles, consumidas por el fuego todos los años.
Pasó el sombrío espectáculo de las quemas solo para caer en la hambruna. La pérdida de cosechas y la tremenda escasez de frijoles. Hasta ahora, desde que comenzó la emergencia, vienen llegando las carabelas con los frijoles africanos. Severos racionamientos en la capital, donde los groseros del SANAA apenas echaban el agua una vez a la semana. El auditorio todavía no logra recuperarse de esa amarga pesadilla como para estar dispuesto a que lo azoren de nuevo. Sin embargo cuando se supo que las aves agoreras salían por una puerta y por la otra se despedía el gerente de la ENEE, no hay que ser adivino para advertir lo que viene. El coordinador del Gabinete Económico advierte que el eventual cambio de las tarifas dependerá de “cuánto se puede reducir las pérdidas, de cuánto se pueda reducir la estructura organizacional, de cuánto se puede renegociar el tema de los contratos”.
Ejemplificó que así como se paga el costo de los combustibles que se utilizan en un vehículo, igual se debe hacer con el precio de la energía eléctrica. Aparte que el costo de las gasolinas no solo incrementa por el alto precio en el mercado internacional sino por efecto de la devaluación y lo que capan por el “tasón”. Pidió a la población “ser consciente con el ahorro del fluido eléctrico para disminuir el impacto en la factura”. Sin embargo, hasta hoy, no hay ni campaña para concientizar a la población sobre economizar energía ni medida alguna que se haya dictado para evitar el despilfarro. Solo ver esos embudos en la ciudad capital, el mismo tráfico endemoniado de siempre, los portones atravesados en las calles públicas impidiendo la libre circulación, son testimonio de la poca voluntad de ahorrar. Y como aquí no hay vocación para el orden, ni para el ahorro, ni autoridad que lo implemente, lo más fácil es recurrir a lo de siempre. Cobrarle más a los sufridos consumidores y a los atosigados empresarios.
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