¿ Menos pobreza?

¿Menos pobreza?




















Editorial diario Tiempo
En el año 2014, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el proceso de reducción de la pobreza se estancó en América Latina, pues el nivel de 28% se estabilizó desde 2012, en tanto que la indigencia creció en 0,7%.

En lo atinente a América Central, en el período 2012-2013 la pobreza disminuyó en 4,4% en El Salvador (45,3% a 40,9%) y la indigencia en 1,0% (13,5 a 12,5%). En Costa Rica la reducción pasó de 17,8% a 17,7%.

De Honduras, Nicaragua y Guatemala la CEPAL no da información por la imposibilidad de recolección de datos, aunque parece ser que, de acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el nivel de pobreza sería de 62,8%, o sea tres veces mayor que en Costa Rica y más del doble que la media latinoamericana.

El INE, sin hacer alusión a esas diferencias relativas, que en sí mismas confirman el segundo lugar de Honduras en pobreza, siempre después de Haití, en nuestro continente, da la alegre noticia de que ésta, en 2014, disminuyó 2%, bajando de 64,5% a 62,8%. Fue, según el informe del ciudadano presidente Hernández, el principal logro de su primer año de gobierno.

En términos generales, el estancamiento de la pobreza en América Latina no lo es tan exacto como se dice si, superficialmente, se considera el aumento demográfico, lo cual determinaría más acumulación de pobreza e indigencia. El INE condiciona para Honduras el índice anual de aumento de la población a 1,9% para 2014, aunque todo el mundo entiende que es cuando menos de 2,6% constante.

Las informaciones estadísticas en nuestro medio, el hondureño, naturalmente, son de difícil apreciación, dada la adecuación al propósito propagandista y de tendenciosa ideologización que predomina en nuestro sistema informativo.

También porque las mediciones estadísticas actuales no responden a la modernidad tecnológica y científica, sobre todo en lo relacionado con los cálculos de la riqueza nacional, del PIB, de la distribución del ingreso, y, en fin, de las desigualdades económicas y sociales.

Bajo esas circunstancias, la legitimidad de las referencias estadísticas sobre la pobreza y la desigualdad, según los expertos, pasa actualmente por un rasero muy complicado, de minucioso trabajo tecnológico, metodológico y científico que no se practica en estos trópicos.

Sin embargo, las buenas noticias, aunque sea con las debidas reservas, es bueno tenerlas en cuenta para alimentar la esperanza, no importa si ésta es el único mal que no escapó de la mítica Caja de Pandora.

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