La senda del miedo

La senda del miedo



En el mundo, se han dado una serie de cambios tanto geográficos como culturales, poblacionales y lo más importante la categorización de la población en dos categorías: pobres y ricos, en donde los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, pero ambos tienen algo en común y es que la muerte los equipara a ambos, la muerte los hermana para siempre, algo que en vida es una utopía, dada la ambición del ser humano por acaparar riqueza y está bien, siempre y cuando sea de forma limpia y para beneficio de los los que la generan, sin atropellar los derechos de los demás, sin despojar a otros de lo que tienen, sin usurpar derechos que no tienen, sin robar al pueblo, pero la ambición desmedida, nos ha llevado a una descomposición social en donde dada la degradación moral de la sociedad, se ha formado una nueva casta usufructadora tanto del poder como de las riquezas de los países, esta casta es la de los políticos, que ha sido la peste del siglo veinte y su proyección al siglo veinte y uno, con su larga lista de desmanes de toda índole, que han dejado a muchos países en la lipidia, tanto que sus pueblos sufren las consecuencias del robo descarado que se traduce en una menor calidad de vida, deterioro de los sistemas sanitarios, educativos, y por ende en perjuicio de la juventud, que se encuentra atrapada en una vorágine de insatisfacción  generada por las necesidades básicas insatisfechas, que los han orillado a tomar por la fuerza lo que no les pertenece, pues desgraciadamente atropellan los derechos de los pobres, no así de quienes les han robado su futuro, pues estos están muy bien custodiados por el sistema que han creado para su beneficio, y ante esta disyuntiva el pueblo pobre, cada día languidece esperando el cumplimiento de promesas mentirosas que los políticos dan en sus arengas para captar los votos que legitiman lo que ellos ya eligieron ser, cada día menos alimentos y los que hay cada día suben de valor, encarecidos por un infame organismo multinacional, que les endilga más impuestos indirectamente al presionar a los gobernantes para ser bendecidos por ellos, la salud es un sueño, la educación para estos grupos se traduce en que los jóvenes aprendan a leer y escribir, pero muy pocos tienen un entrenamiento para discernir y pensar por sí mismos, pues esto no les conviene políticamente, esto es el inicio de la senda del miedo, en que nuestra población día a día se vuelve más vulnerable ante los embates de la delincuencia tanto común como organizada, pues es a este segmento la más golpeada por la delincuencia, en donde el simple hecho de trabajar ya se convierte en una potencial víctima, que muchas veces sale de sus casa con la incertidumbre de si volverá a ver a su familia o quedará en cualquier callejuela asesinado por las ratas que pululan por todo el país, alimentadas en su odio por la incapacidad de los gobiernos de generar las condiciones que permitan educar para el futuro a esta pléyade de jóvenes empujados a ser los más crueles y sádicos criminales, ante la indiferencia de una sociedad enferma, que se alimenta de los detritus de esta horda criminal que se multiplica como los hongos, de forma, que cada día somos más y más los que nos vemos obligados a tener jaulas de oro, que nos convierten en presidiarios voluntarios como una forma de tratar de escapar de esta senda sangrienta que nos tiene atemorizados e inermes ante embate de la delincuencia brutal que abate a la sociedad.

Solamente podremos tener cambios positivos cuando se revierta la mentalidad de quienes detentan la riqueza en los países tercer mundistas y compartan sus ganancias con quienes les ayudan a generarla, que la clase política sufra una depuración positiva, de tal manera que pueda renovarse para servicio de los pueblos y no de sí mismos, cuando se vuelvan a respetar los derechos de sus conciudadanos y el estado deje de ser botín de ellos. Solo así podremos dejar a un lado la senda del miedo.

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