Friendo y comiendo

FRIENDO Y COMIENDO

26 diciembre, 2013 Sección Editorial La Tribuna


arquero3DESPUÉS del costalazo navideño, con una lluvia de medidas impositivas dirigidas a incrementar los ingresos fiscales para hacerle frente al gigantesco gasto del barril sin fondo, ahora el amable público lo que espera son las medidas de reducción del aparato administrativo, de estímulo a la producción y de acciones para la generación de empleo. Realmente estas leyes para la fusión, cierre y eliminación de entidades gubernamentales, debieron introducirse junto con todo lo demás. Pero como estaban apurados por aprobar el “tasón” que gravará todas las transacciones bancarias y el coctel de ajustes fiscales, antes de la Navidad, lo más probable es que el adelgazamiento de la burocracia quede para el próximo año.
Se presume que el paquete incluye la liquidación de entres autónomos que después de ser altamente rentables, ahora tienen dependencia parasitaria de los subsidios del gobierno central. La fusión, han dicho, contempla unas treinta instituciones, entre descentralizadas, órganos desconcentrados y despachos ministeriales. Es de suponer que esa operación tomará algún tiempo porque implica el pago de prestaciones laborales y el reordenamiento de un complicado aparato estatal, para cerciorarse que no queden funciones importantes desatendidas. No es como hacer batido o revolver la masa del nacatamal. Se ocupa hacer una cirugía minuciosa que incluye la reasignación como la eliminación de partidas presupuestarias, acorde con las duplicidades que se estarían cancelando y las funciones que estarían absorbiendo otras dependencias.
Sin embargo lo que bien pudo hacerse en forma inmediata, sin quebrarse mucho la cabeza, era cerrar esas comisiones inútiles que, si se crearon con el buen deseo de resolver álgidos problemas, desgraciadamente terminaron siendo un completo fracaso. Aparte de onerosas contrataciones -usufructuadas por alguno que otro bolo aburguesado, colgado de las gomas de sus recurrentes pesadillas de la guerra fría- y dineros malgastados en asesorías innecesarias para favorecer protegidos, el fruto de esas comisiones consistió en producir legajos de papeles intrascendentes que nadie leyó y recomendaciones ilusas que nadie aplicó. De un solo debieron clausurar esa costosa oficina que le crearon al adorno emperifollado cuya tarea fundamental -aparte de congresos improductivos de efecto cosmético y de teatros bufos para la divagación y el entretenimiento- consistió en elaborar una frustrada ley mordaza a la prensa, calcando la bestial censura impuesta en Ecuador.
Es de imaginarse, además, que con el año viejo se despiden esas interventoras que encaramaron en varios lugares del enclave burocrático cuando los ministros y los gerentes alcanzaron su máximo nivel de incompetencia; también conocido como el principio de “Peter”, en honor al catedrático de la Universidad de California, especializado en las ciencias de la educación, que formuló la observación. Todas estas acciones, bien pudieron tomarse, friendo y comiendo, con la velocidad que cambiaron las cúpulas militares y policiales. Alguna vez se ha puesto a pensar el amable público, ¿qué sucedería si cerraran la mitad de la burocracia existente? Quizás el gobierno hasta operaría más ágil y eficientemente. Ojalá los amables lectores hayan pasado, en sus hogares y junto a sus familias, una cálida Nochebuena. Esperamos que reciban el Año Nuevo con pleno optimismo.

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