Voto por voto


Voto por voto

El descontento —y hasta la indignación— por el escandaloso manejo del proceso electoral primario ha desbordado la mayoría de los movimientos de los partidos y se ha expandido a todos los sectores sociales del país.





El rotundo fracaso de los sistemas de información y de conteo inmediato del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el denominado TREP y el de Conteo Rápido, ha descalificado los resultados electorales emitidos oficialmente hasta ahora, llevándose de encuentro al mismo Tribunal.
Las revelaciones del secretario general del TSE, Alejandro Martínez, y del auditor internacional del TSE, Teodoro Dale, dan la magnitud de la manipulación de la documentación electoral y del manoseo de los resultados, que, a vista superficial, abarca por lo menos 400 mil sufragios, o sea el 25% de la votación.
La población hondureña y la observación de la comunidad internacional sobre estas elecciones primarias se mostraron inicialmente complacidas por el desarrollo del proceso, debido a la afluencia masiva en las mesas electorales receptoras y a la conducta ordenada y cívica de los votantes.
Sin embargo, en el transcurso de la parte final del evento, aquella satisfacción general fue trocándose rápidamente en desencanto, desconfianza y repugnancia, al aparecer las señales de fraude y de masaje informativo orientado a respaldar la consumación del chanchullo.
En este momento, casi una semana después, la incredulidad pública sobre el resultado del proceso electoral es general, pero a esto hay que agregarle la actitud indignada de la ciudadanía, que se siente burlada, desilusionada y atropellada en su buena fe y desvanecidos sus anhelos de rectificación y de superación democrática.
La auditoria internacional del TSE ha planteado, hasta ahora, el recuento de los votos correspondientes a 1,200 urnas electorales, pero las inconsistencias suman un mayor volumen de votos cuestionados, con miles de urnas sin actas de certificación. Tenemos en esas evidencias, por lo visto, la punta del iceberg. La percepción del colectivo nacional es ésa, y, sin duda, significa la deslegitimación del proceso.
No es exagerado afirmar que, en estas condiciones, el TSE ha perdido el control de la situación y, por lo mismo, ha naufragado su capacidad de validar los resultados electorales tal como los presenta hasta ahora. La suma de los números de las actas está fuera de consideración, ya que afirmaría el fraude, y el escrutinio en las mesas electorales receptoras, por lo mismo, resulta inaceptable.
Hoy todo el mundo, principiando con los principales actores de esta tragicomedia, o sean los líderes de los movimientos políticos, se ven enfrentados a una dura prueba, que es la de actuar de acuerdo con sus convicciones, morales y éticas, para responder al reclamo de transparencia e integridad democrática de sus seguidores y de toda la ciudadanía hondureña.
Y, por sus manifestaciones públicas de última hora, se advierte que entienden y exigen del Tribunal Supremo Electoral un escrutinio puntual y exacto de la votación, lo cual quiere decir, sin equívoco alguno, un escrutinio general, voto por voto, por parte de la suprema autoridad electoral, debidamente certificada en forma unánime por el liderazgo nacional y por la observación oficial de la comunidad internacional.
Noviembre 24, 2012
Editorial de diario Tiempo

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