Degradación moral y social en Honduras

Degradación moral y social en Honduras

Honduras, un lindo país, rico en recursos naturales, playas hermosas, parques arqueológicos inigualables, clima variable, con una población que crece aceleradamente, y que en las dos últimas décadas, ha caído vertiginosamente en una debacle social y moral que está destruyendo al país, de tal manera que la vida en la actualidad es de que sálvese quien pueda y el que pueda irse, que se vaya.
Es notoria la degradación social, en donde los antivalores han sustituido a todo los valores que antaño eran cultivados en familia y extendiéndose a la escuela primaria, en donde se miraban los frutos del aprendizaje tanto en el hogar como en la escuela.
En la actualidad, la tasa de natalidad es de las más altas de Latino América,  en donde la mayoría de las veces la carga de ese nuevo ser engendrado es responsabilidad absoluta de la madre, una madre adolescente, sin madurez emocional, sin madurez física y mucho menos con capacidad para desenvolverse en el medio laboral del país, quienes embarazan a estas niñas, simplemente si te veo, no te conozco, pues a pesar de que existen abundantes leyes para obligar a estos machos a responsabilizarse por sus hijos, son simplemente papel mojado, esto ha derivado en una desintegración familiar alarmante, cuya consecuencia son una multitud de jóvenes sin orientación, sin educación, sin valores morales, que repiten lo que ven hacer: traer hijos al mundo sin ninguna responsabilidad de su parte, también es cierto, que no existen políticas de estado coherentes y eficaces para mejorar las condiciones formativas de estos jóvenes, tanto en el plano educativo como moral, pues los ejemplos que reciben a diario, son un claro mensaje a que la delincuencia tanto organizada como de cuello blanco, son los medios para superar la pobreza, hechos que se viven a diario, en donde quitarle la vida a cualquier persona, es de lo más natural del mundo, pues acá en mi país se goza de una impunidad alarmante, pues la gran mayoría de los homicidios quedan en simples estadísticas, pero sin castigo de los culpables, otra situación es el masivo bombardeo de la sociedad de consumo, alentando al público a comprar lo que no necesita, pero para ello, le crean necesidades ficticias a la población, quienes en su mayoría tiene un nivel académico bajo y un perfil ocupacional con un ingreso monetario de subsistencia, pero ante la pérdida de valores y el afán de tener lo que se promociona, se deslizan hacia la delincuencia como una manera de obtener el dinero de manera rápida y así poder comprar lo que un trabajo honesto no puede comprar en un montón de años, entonces recurre a lo más fácil en Honduras: robar y matar.
Esta degradación moral, social y familiar, tiene Factores multifactoriales, entre los cuales podemos citar la influencia negativa de sociólogos y psicólogos, que en su momento influyeron en las autoridades educativas y aun dentro de los órganos de gobierno, para quitarle la autoridad sobre sus hijos a los padres, creando leyes de protección a los menores, de tal manera que los padres solamente les queda el deber de proveer pero no educar a sus hijos de acuerdo a su herencia.
También han caído en el populismo, al crear instancias no formativas sino instancias que favorecen la proliferación de mujeres embarazadas mediante regalía a través de bonos, que fomentan no el trabajo si no la holgazanería, la falta de ejercer la justicia, pues por leyes acá en Honduras, no podemos quejarnos, tenemos de todo y para todo, pero desgraciadamente inaplicables por múltiples factores que fomentan la impunidad, deficiencias en los operadores de justicia, un sistema de investigación deficiente, instituciones apáticas y deficientes, en fin una serie de situaciones de todos conocidas, que han permitido que la sociedad hondureña esté deteriorándose cada día más, de tal manera que está tremendamente enferma, podrida, sin esperanzas de mejorar, pues la elite gobernante, son quienes han propiciado esta situación que tiene al país de rodillas ante la escalada de la delincuencia, que día a día asesina a personas que en su mayoría su único pecado es ser productivas, y que genera la ambición de quienes solamente piensan como despojarlo del fruto de su trabajo, para cubrir sus ambiciones de artículos que de otra forma jamás podrían comprarse, pero que son alentados por una insensible y contumaz campaña de consumismo acelerado y desquiciado que le crea necesidades ficticias al ser humano.

Es necesario, que los hondureños que aún no están contaminados, aparten de sí ese patrón de no oír, no ver y no hablar, pues mañana o tarde, serán victimas de lo que no han querido ver,  por lo tanto, es necesario promover cambios saludables para rescatar la familia, la educación, la moral y la sociedad, de tal manera que lo que se vive actualmente, solamente sea un sueño de mal gusto, pero que al despertar, tendremos un nuevo horizonte limpio y saludable para bien de nuestra querida Honduras.

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