Pobre mi patrón
Pobre mi patrón
Si, pobre mi patrón, que es el pueblo hondureño que con sus
impuestos paga nuestros salarios, nuestro patrón es en la actualidad
aguantador, pues aguanta todo, sin que sus trabajadores le rindan cuentas de su
trabajo, el cual muchas veces deja mucho que desear, pues no es atendido con la
cortesía que se merece, pues siendo el patrón, tiene el derecho de reclamar
mejor atención en sus demandas sea de lo que sea, en educación, salud,
seguridad, etc., pero no, simplemente aguanta, calla, sufre el desprecio de sus
trabajadores, calla ante los desafueros de sus trabajadores, resiste
estoicamente los desmanes y desaires a que es sometido a diario, se ve en el
patrón la impotencia de no poder resolver sus problemas, porque sus
trabajadores se encargan no de ayudarle a disminuir la cargas, al contrario, le
hacen la vida imposible mediante cualquier subterfugio inventado como ser las
famosas asambleas informativas, que de informativas es lo menos que tienen, ¡pobre
mi patrón! ¡Que solo está!, me imagino que arrepentido de haber nombrado un
administrador que no ha dado el ancho de lo que prometió, cuando aspiraba al
cargo, y que después, ha demostrado todo lo contrario de lo esperado por mi
patrón, y pacientemente espera la oportunidad de elegir otro administrador que realmente tenga la voluntad y la firmeza
de ser un buen administrador en beneficio de mi patrón y que este al final
pueda decir con orgullo, hoy seleccioné al mejor
administrador de todos los tiempos, alguien que no piense en servirse y
aprovecharse de mi patrón, si no de servir diligentemente al mi patrón , pues
se lo merece.
El pecado de mi patrón fue haber prestado oídos a estos señores
que le presentaron un plan muy bonito,
pero que solo eso fue, un plan, pues en la practica todo cambió, las reglas del
juego fueron otras, convirtiendo a mi patrón en un botín político, del cual aun
no puede sacudirse, pues los encargados de velar porque el administrador no
incurriera en los desastres administrativos, se plegaron a este y se
convirtieron en cómplices del administrador.
Si, mi patrón es el pueblo hondureño que con sus impuestos
paga nuestros salarios, pero que no recibe lo que espera de sus empleados, y acá
entra el administrador, el cual cree que es el dueño de mi país, pero solo eso
es, un administrador y ni siquiera un buen administrador, que cuando se termine
su periodo, saldrá sin pena ni gloria, pues como tal no ha funcionado.
Pobre mi patrón, sin respeto de parte de ninguno de sus
empleados, sufriendo calladamente y esperando su oportunidad de sacudirse a
estos empleados desleales con mi patrón, pues no le están cumpliendo como debe
ser, y todo por una administración indolente y voraz, en gastar los escasos
recursos económicos en cuestiones nada beneficiosas para el patrón.
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