Prisioneros

Actualmente en Honduras, se ha dado una escalada escalofriante en el delito a las personas y conexos, en donde no se tiene la certeza de adonde ir  o exponer un delito cometido en su contra, ya que la credibilidad de las autoridades policiales y del sistema de justicia deja mucho que desear, es por ello que una inmensa mayoría del pueblo hondureño, básicamente de las áreas urbanas y en las ciudades grandes, han optado por auto encarcelarse, a través de barrotes que cubren todas las entradas a sus viviendas, sumado otra serie de equipos disuasivos hacia los delincuentes y aun así no tienen la seguridad que por derecho el estado está en la obligación de brindar a cada uno de los hondureños, esto ha llevado al florecimiento de las empresas de seguridad, en donde existen algunas que rayan en la delincuencia cuando no tienen una oficina representando sus actividades, si no que son personas que ofrecen servicios de vigilancia mediante coacción, ya que aseguran que si no aceptan el contrato, sus vidas y propiedades estarán en peligro. esta situación ha llevado a una nueva prevalencia de enfermedades mentales, pues es notorio el incremento de dichas enfermedades en el sistema de salud, tanto público como privado, esto conlleva a una desviación de recursos económicos para  la compra de medicamentos en detrimento de la canasta básica de alimentos.

Los hondureños están secuestrados en sus hogares a tempranas horas del día, siendo un suicidio circular caminando por determinadas áreas de nuestras ciudades, pues lo mas común es que sea asaltado como mínimo y asesinado en el peor de los casos.

La promesa de campaña de mejorar la seguridad de la población hondureña, ha sido eso, solamente una promesa, pues se habla mucho y se hace casi nada, ante esta circunstancia, el pueblo se ha vuelto escéptico ante las promesas que a diario hacen los gerifaltes de la policía nacional y conexos.

¿ Cuándo será real esta mejora en la seguridad del ciudadano común en Honduras? Es una pregunta que nos hacemos todos los hondureños, pues no es agradable estar tras barrotes como viles delincuentes.