La vida no vale nada en Honduras

La vida no vale nada en Honduras
Honduras, se ha convertido en una jungla, en donde el hombre es el depredador número uno del hombre, en dónde se mata por placer, por no satisfacer los caprichos de los pandilleros, por quedar viendo a alguien que cree que lo están viendo mal, en fin los pretextos para quitarle la vida a cualquier persona son muy variados.
En mi pobre país, la vida de cualquier ciudadano es sin valor, pues estamos al acecho de los delincuentes organizados o desorganizados, grupos en pandillas, quienes prácticamente nos tienen sitiados y a expensas de ser asesinados cuando a ellos les plazca, pues estamos inermes ante esta ola delincuencial, en donde todos estos antisociales quieren vivir a costa de las pocas personas que trabajan en este país, contando para ello con la complicidad de las autoridades hondureñas, que poco o nada hacen por eliminar este flagelo que enluta a diario a cientos de familiares, unas veces por robarles descaradamente, otras por negarse a pagar extorsión, en fin en otras ocasiones, simplemente porque le caíste mal a alguien, total, la sociedad hondureña está moribunda, carente de valores humanos capaces de rescatar la vida del pueblo, el cual se debate en el peor de los tormentos, creando y generando angustia que termina por matar a muchas personas, contribuyendo para la expansión de enfermedades mentales y sus colaterales, sin posibilidad de recuperación, y ante la impotencia de no poder contar con ninguna forma de defensa, pues el pueblo se encuentra de rodillas, acosado por los delincuentes y un gobierno apático, en donde sus órganos de seguridad e investigación están infiltrados por el hampa o son inoperantes, pues solo llevan estadísticas, lo que deja al pueblo en una mayor indefensión, pues no se sabe si estamos  denunciando a un delincuente y quien recibe la denuncia es el delincuente de marras,
Los que tienen la oportunidad de emigrar, que lo hagan, pues no es vida estar viviendo en zozobra, a expensas de que en cualquier momento le vuelen la cabeza estos mal nacidos por algo que no es de ellos, pero que ellos quieren, en Honduras, cada ciudadano decente camina con una pistola en la cabeza, esperando que en cualquier momento jalen el gatillo, y hasta allí llega la historia, quedando familias deshechas, indefensas y sin el apoyo financiero de quien proveía el sustento diario, víctima de la delincuencia terrible que deambula por las ciudades de nuestro país.
Ya es norma, de que todos los hondureños que salen a sus trabajos, se despidan de sus seres queridos, pues saben que salen pero no saben si regresaran al seno de su hogar.

En Honduras, los únicos seguros, son las camarillas gobernantes y sus acólitos, pues tienen los recursos del estado para ello, dinero que sale de los bolsillos del pueblo a través de la tasa de seguridad, pero que no sirve para proteger al pueblo.

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