‘Iglesias abiertas sin tarifas’

‘Iglesias abiertas sin tarifas’

Por: Óscar Antonio Oyuela Castellón
Aunque el anterior título es frase expresada por el controvertido Papa Francisco para referirse a los líderes católicos, es válida también para los pastores de las iglesias protestantes y demás cabecillas del resto de dogmas o doctrinas religiosas que se practican en diferentes partes del mundo y que hasta hace pocos años constituían la única reserva moral que le quedaba a la humanidad para el rescate, lento pero progresivo, de los valores morales y espirituales que se están esfumando rápidamente del seno familiar, de la sociedad, de los gobiernos nacionales y municipales y de los organismos mundiales. El Papa se encuentra en esa cruzada de rescate de valores perdidos, reclamando a los sacerdotes que tienen una lista de precios por servicios sacramentales, sanciona a los acusados de pederastia, a los que han lavado dinero del Banco Vaticano. Pastores codiciosos, desde el púlpito predican la teología de la prosperidad o teología de la opulencia, interpretando caprichosamente las escrituras, haciendo creer al ingenuo feligrés que a mayor ofrenda mayor posibilidad de ser perdonado de sus pecados, al final, el que se convierte en millonario, es el pastor y su esposa. La Iglesia del Final de los Tiempos con sede en Perú, cobra diezmos en línea, extiende certificados VIP de salvación y perdón, con vigencia perpetua los que aporten cantidades considerables de dinero, y los que no pueden más que dar menos de 500 dólares, también se le extiende otro certificado que tiene duración de perdón del Altísimo por un periodo de dos años, firmado por el “profeta” Andrés de la Barra, pero si el marchante parroquiano preocupado porque se le pone en duda su masculinidad en la iglesia, el trabajo o el barrio, para demostrar que no es “desviado”, puede comprar por $ 500.00, un certificado de heterosexualidad, para otros más exigentes se les extiende por igual cantidad, certificado de virginidad y los más ambiciosos compran certificado de dominio de propiedad celestial. Para mayor ejemplo de pastores traficantes de Cristo, el famoso predicador Cash Luna cobra 60 mil dólares por predica, también el famoso pastor afroamericano Creflo Dollar está pidiendo generosas donaciones para comprarse un avión jet, Gulfstream G650 de 67 millones de dólares, con todos los lujos para comodidad de este enviado de Dios y su familia que dice, tiene que atender una agotadora agenda internacional. Y en Honduras, también hay pastores vividores de poca monta pero igual de dañinos y labiosos desde el púlpito de sus megas iglesias.

Entonces, si las iglesias nos están fallando, tendremos pocos mecanismos de solución pacífica para salir de este círculo vicioso de tanta purulencia o corruptela. Nuestros países, con los beneficios de los adelantos tecnológicos y la globalización, en lugar de ser más prósperos están sumergidos en inseguridad, en la pobreza y en la miseria, con instituciones debilitadas e ineficaces que promueven la corrupción y la impunidad, con el agravante, de un remedo de democracia que enriquece a unos pocos en contubernio con poderes económicos internos y externos, mientras los sectores marginados no les queda más remedio como válvula de escape de sus frustraciones que la protesta callejera y el desahogo de la ira y la desilusión a través de las redes sociales.

Vivimos momentos difíciles, con un mundo que apesta por todos lados como queda demostrado con los escándalos del “Panamá Paper”, FIFA, Vatileak, wikileak, “La Ruta del Dinero K” de la expresidenta Cristina Kirchner, el misterioso asesinado del fiscal Alberto Nisman, y la corrupción del exvicepresidente argentino, Amado Bodou: los casos emblemáticos de corrupción de Chile del fraude al fisco de la empresa PENTA, SQM y CAVAL, el millonario negocio de especulación inmobiliaria del hijo y nuera de la presidenta Michelle Bachelet; la operación anticorrupción en Brasil “Lava Jato” de PETROBRAS que salpica a la presidenta Dilma Rousell y al expresidente Lula, empresarios y políticos; investigaciones sobre lavado de dinero de la esposa del actual presidente del Perú, Ollanta Humala; los negociados de la examante del presidente de Bolivia que dirigía una empresa china a la que se le adjudicó irregularmente proyectos millonarios; la denuncia de Estados Unidos por corrupción con la petrolera estatal PDVSA, el caso de los “narcosobrinos” de la esposa del presidente Maduro de Venezuela; el envilecimiento o degradación de México retratado de cuerpo entero en el libro “Anatomía de la Corrupción”, y paremos de hablar para no meternos en más “honduras”.

Aunque condenamos a los malos sacerdotes y pastores abusivos de menores, corruptos como el obispo alemán sancionado por el Papa, los lavadores de dinero y los involucrados en el caso de “la maldición de los banqueros de Dios”, así como los pastores de la teología de la prosperidad que empobrecen a las congregaciones y enriquecen a estos lanas que se autodenominan obispos y profetas, pícaros que como decía el Sabio Valle: “con señas se entienden”, todavía podemos confiar en los buenos y piadosos líderes religiosos que son la mayoría para que contribuyan dentro y fuera de las iglesias al rescate de valores y a predicar el evangelio seguido de los apropiados y oportunos consejos para orientar los pasos del liderazgo nacional por la ruta correcta del fortalecimiento institucional, el afianzamiento de la democracia, la paz social que se logra con el respeto de las libertades fundamentales, caso contrario estaremos condenados a ser uno más en este escenario continental que desborda en corruptela institucional y putrefacción social.

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